martes, 16 de julio de 2013

Obscena ceremonia de depravación moral, protagonizada por los poderosos de siempre.


Este es el país en el que vivo, esta es la gente de la que abomino: 

Un Jefe de Estado corrupto, no democrático, elegido por un asesino, su trono asentado sobre la sangre de un pueblo libre, comisionista de las grandes fortunas árabes y las megacorporaciones transnacionales.


Un Presidente de Gobierno delincuente, acusado por cargos de su máxima confianza de ser cerebro y cabeza de una red de cohechados y cohechadores y beneficiario personal de la distribución de sobornos.

Una hija del Jefe del Estado, acusada por la opinión pública de necesaria complicidad en la comisión de fraude contra la Administración, prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos.


Unos dirigentes del partido en el Gobierno de la Nación y en gran parte de las comunidades autonómas, beneficiarios de sobornos destinados a garantizar la adjudicación de contratos públicos a empresas privadas.


Un exPresidente de Gobierno, criminal de guerra en Irak, desestabilizador con la complicidad de medios de comunicación afines de la escena política y económica local, con el propósito de retornar al poder e imponer a la fuerza las medidas más radicales e impopulares de austeridad y recorte impuestas por la Troika.

Ninguno ha sido imputado, ninguno será juzgado ni condenado. Todos andan libres por las calles, disfrutan de costosísimas viviendas públicas y grandes yates pagados con el dinero del ciudadano, gozan de restaurantes, vehículos y vacaciones de lujo y nadan en la abundancia gracias a los impuestos que desembolsan 6 millones de desempleados, 10 millones de pobres y 45 millones de escandalizadas víctimas, que
asisten estupefactas a esta obscena ceremonia de depravación moral protagonizada por los poderosos de siempre.

Este es el país en el que vivo, esta es la gente de la que abomino. Ya es hora de poner fin a este Apocalipsis.

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